ROMA EN CUATRO DÍAS

¡Una escapada entre historia, sabor y magia!

Me encanta viajar, y confieso, lo hago menos de lo que me gustaría, así que siempre que tengo la oportunidad de escaparme, intento aprovechar cada momento al máximo, absorbiendo la esencia de cada destino, perdiéndome en sus calles y, por supuesto, disfrutando de su gastronomía.

Era la segunda vez que visitaba Roma, pero esta ciudad tiene una magia tan especial… siempre hay algo nuevo por descubrir. En esta ocasión, más allá de sus monumentos icónicos, me dejé llevar por sus rincones menos conocidos, exploré calles escondidas y encontré trattorias auténticas donde la tradición se saborea en cada plato.

Roma es conocida como la Ciudad Eterna porque en ella el tiempo parece haberse detenido. Sus calles adoquinadas, sus imponentes monumentos y restos arquitectónicos nos transportan a la grandeza del Imperio Romano, permitiéndonos imaginar la vida y el esplendor de la ciudad en épocas pasadas.

Durante cuatro días, viví Roma a otro ritmo, apreciando su historia, su cultura y sus sabores como si fuera la primera vez. En este relato, hoy compartiré mi experiencia, día a día, para que si alguna vez decides visitarla, puedas disfrutarla con la misma emoción con la que la viví yo.

Día 1:

Llegamos a media mañana al aeropuerto de Fiumicino (el más importante de Roma) y tomamos un tren hasta el centro de la ciudad. Al llegar al Hotel Domus Terenzio, nos encontramos con una ubicación perfecta: cerca de la estación de metro y en una zona tranquila. La habitación era cómoda, el desayuno incluido era aceptable y el personal, muy atento.

Después de instalarnos, comenzamos nuestra aventura en Roma caminando hasta la Piazza San Pietro, donde nos maravillamos con su grandeza y belleza imponente. La inmensidad de la Basílica de San Pedro y la elegancia de la plaza tan espectacular como siempre.

Para almorzar, encontramos un restaurante auténtico y con mucho encanto: L’Isolla de lla Pizza. Lo recomiendo por que de una comida deliciosa, con sabores típicamente romanos, ambiente acogedor y el personal muy atento.

Por la tarde, nos dirigimos al Castello de Sant’Angelo, un imponente castillo con una historia fascinante y vistas impresionantes del río Tíber. Desde allí, continuamos nuestro paseo hasta la Piazza Navona, una de las plazas más hermosas de Roma, con su fuente de los Cuatro Ríos de Bernini, impresionante!

Mientras esperábamos para entrar en el Pantheón (por cierto la entrada de 5€/persona la compramos on line para ahorarnos la larga cola para entrar), nos dimos un capricho y nos detuvimos en La Casa del Caffè Tazza D’Oro, donde nos reconfortamos de una exquisita taza de chocolate caliente, perfecta para reponer energías. Por cierto es uno de lo cafes más emblemáticos de la ciudad, es bonito de ver.

La visita al Pantheón me encantó. La grandeza de su cúpula y su historia nos dejaron maravillados. Es increíble pensar que esta obra maestra de la arquitectura sigue en pie después de tantos siglos.

Para terminar el día, cenamos cerca del hotel en un restaurante peculiar y acogedor llamado La Locanda di Eugenio. Un ambiente tranquilo con comida casera, perfecto para terminar nuestro primer día.

Día 2:

Nos despertamos temprano y, después de un buen desayuno en el hotel, nos dirigimos en metro hacia una de las joyas más emblemáticas de Roma: el Colosseo. (24,50€/persona). Caminamos, y a medida que nos acercábamos, su imponente silueta se alzaba ante nosotros, espectacular, aunque era la segunda vez que la visitaba, me impresióno tanto como la primera, a pesar de que estaba repleto de turistas. Recorrimos sus pasillos y la novedad es que ahora puedes bajar a la esplanada de la arena pagando un poco más de la entrada normal.

A media mañana, hicimos una pausa en Caffè Antica Roma, es una cafetería mítica con precios sorprendentemente económicos. Probamos un delicioso "marriachiatto", un café italiano con un toque especial que nos dio la energía perfecta para continuar la mañana.

Seguimos nuestro recorrido adentrándonos en la historia de la Antigua Roma con la visita al Foro Romano y el Monte Palatino. Paseamos por las ruinas de los templos, los arcos y las columnas que alguna vez fueron el centro neurálgico del Imperio Romano. Me encantó caminar por esos senderos, era viajar en el tiempo, imaginando la grandeza de la civilización que una vez gobernó el mundo.

Desde allí, caminamos hasta el Circo Máximo, donde antiguamente se realizaban las legendarias carreras de carros. Aunque hoy en día solo quedan sus vestigios, la magnitud del lugar sigue siendo impresionante.

Nuestra siguiente parada fue la famosa Bocca della Verità, donde pusimos nuestras manos a prueba en la legendaria escultura. Entre risas y fotos, ninguno perdió la mano, así que parece que la sinceridad nos acompaña :)

A mediodía, nos dirigimos hacia el encantador barrio del Trastevere, uno de los rincones para mi con más encanto de Roma. Allí almorzamos en la reconocida Trattoria Da Enzo al 29, super recomendable!!!! donde disfrutamos de un plato de pasta que superó todas nuestras expectativas. Se nota el amor que los italianos ponen en su comida, la calidad de la materia prima que utilizan y cómo de ingredientes simples crean platos absolutamente deliciosos.

Después de la comida, paseamos tranquilamente por las pintorescas calles del Trastevere, descubriendo su esencia bohemia y su ambiente relajado. Durante nuestra caminata, encontré una tienda preciosa llamada L'Ora del Tè, regentada por la encantadora Daniella. Allí compré unos cubiertos muy bonitos como recuerdo de este barrio tan especial.

En el camino de regreso al hotel, pasamos por Campo di'Fiori, una plaza llena de vida con su mercado al aire libre (es el más céntrico y grande la ciudad) y en él puedes encontrar productos frescos, como frutas, quesos, carnes, verduras y otros alimentos de alta calidad y puestos de florres preciosas. Me encantó!!

Y para cerrar el día con broche de oro, disfrutamos de una deliciosa cena de pescado en el Ristorante Da Romolo alla Mole Adriana. Es un restaurante tranquilo, agradeble y de comida de calidad.

Día 3:

Comenzamos el día tomando el metro hasta la elegante Piazza del Popolo, una de las plazas más amplias y monumentales de Roma. Desde allí, paseamos por la icónica Via del Corso, es una calle gran parte peatonal y una de las más representativas de la ciudad debido a sus palacios, iglesias, el obelisco de la Piazza del Popolo en un extremo y el monumento a Víctor Manuel II de la Piazza Venezia, que la cierra en el lado opuesto.s

Nuestra siguiente parada fue la impresionante Plaza de España, con su famosa escalinata, repleta de turistas disfutando del sol matutino. Subimos los escalones hasta la iglesia Trinità dei Monti, desde donde pudimos contemplar una hermosa vista de la ciudad.

Después, continuamos nuestra ruta hacia el Palazzo del Quirinale, la residencia oficial del presidente de Italia. Su imponente fachada y su ubicación en lo alto de una colina le daban una majestuosidad especial, además de ofrecer otra vista espectacular de la ciudad.

Y ya con ganas de comer algo, nos dirigimos hacia la Piazza San Marco, donde almorzamos en L’Antica Birreria Peroni. Es un local emblemático muy frecuentado por los romanos para disfrutar de la cerveza Peroni (por cierto muy rica!), símbolo de calidad italiana. Nos deleitamos entre otros platos de una exquisita pasta all’amatriciana, preparada con una salsa intensa y sabrosa, perfecta para recargar energías antes de seguir el día. Para mi un lugar recomendable y de visita obligada para disfrutar de buena comida, excelente cerveza y un ambiente auténtico que refleja la esencia de la cultura romana.

Por la tarde, visitamos el imponente Monumento a Vittorio Emanuele II (12€/persona), también conocido como "Il Vittoriano". Subimos a la terraza panorámica, desde donde disfrutamos de unas vistas maravillosas de toda la ciudad, con el Coliseo, el Foro Romano y la cúpula de San Pedro dibujando el horizonte.

Aprovechando que la entrada para subir al monumento incluye la visita a dos museos, visitamos el Museo del Risorgimento, dedicado a la unificación de Italia, donde puedes ver documentos, uniformes y objetos históricos que narran la lucha del país por su independencia. Luego, nos dirigimos al Museo del Palazzo Venezia, un lugar que nos sorprendió por sus enormes y elegantes salas con esculturas y tapices que reflejan la riqueza cultural de la época renacentista.

Ya al caer la noche, regresamos al hotel para descansar un poco antes de salir a cenar. Lamentablemente, nuestra elección de restaurante Ai Balestrari in Prati no fue la mejor: el servicio dejó mucho que desear y la comida no estuvo a la altura de lo que habíamos disfrutado en días anteriores. No siempre se acierta!

Día 4:

Nuestro último día en Roma comenzó con una visita obligada al mercado local, una experiencia auténtica y llena de sabores italianos. Recorrimos los puestos, disfrutando del aroma de los quesos curados y los embutidos tradicionales. No pudimos resistirnos y compramos queso pecorino, parmesano, pasta artesanal y, por supuesto, un auténtico Panettone, perfecto para llevarnos un pedacito de Italia a casa.

Después, nos dirigimos a la Basílica de San Pedro (10€/persona) para realizar una actividad nueva para mi: la subida a la Cúpula de San Pietro. El ascenso, aunque desafiante con sus más de 300 escalones en espiral (no apto para personas que sufren de vértigo, aviso), valió completamente la pena. La sensación de estar dentro de la cúpula, viendo de cerca los impresionantes mosaicos, ya era algo único. Pero la verdadera recompensa llegó al salir al mirador: una vista panorámica espectacular de toda Roma. Desde allí, pudimos ver la majestuosidad del Vaticano, el Tíber y los tejados interminables de la Ciudad Eterna. ¡Una experiencia inolvidable y totalmente recomendable!

Para la última comida en Roma, elegimos un restaurante cercano a la basílica, donde disfrutamos de un último plato de pasta y un tiramisú de despedida. No queríamos irnos sin saborear una vez más la increíble comida italiana.

Por la tarde, regresamos al hotel para recoger nuestro equipaje y nos dirigimos en tren al aeropuerto, cerrando así nuestra aventura romana. Nos despedimos de esta ciudad llena de historia, arte y gastronomía de la buena, con la promesa de volver algún día.

💛 ¡GRACIE BELLA ROMA! 💛

Nuria Martrat